jueves, 16 de diciembre de 2010

Praga [3r día]

Ese día ya teníamos algo mejor pensado el itinerario que haríamos. Me había encargado de conseguir un mapa en el que por la noche marqué los sitios por ver y me aprendí los tranvías y metros que nos servirían para ir de un lado a otro. Desayunamos y nos fuimos directamente a la Torre de la iglesia de San Nicolás. –wow, acabo de ver que tengo un papelito con información de la torre en polaco xD. Cosa “normal” ya sabiendo que teníamos Polonia bien cerquita. Lo tengo en polaco, neerlandés y español, supongo que es porque se parecen mucho /irony-.

Aunque se diga Torre de la iglesia de San Nicolás nunca formó parte de ésta. Según leo era muy importante el campanario porque podía prevenir a los ciudadanos sobre peligros inminentes. Esto también tiene algo que contaré cuando explique el último día. Ahora a lo que voy. Subimos nuevamente escaleras hasta lo alto de la torre. El interior de todas tiene como una pequeña exposición referente a la construcción, su historia, etc, por lo que no solo subes a un mirador. El campanario es obra de Anselmo Luraga. Durante la época de los comunistas la torre fue utilizada por la entonces policía estatal para espiar varias instituciones de la Ciudad Pequeña, especialmente las embajadas extranjeras. –de las que ya hablé el primer día, que quedan cerca.

Las vistas desde allí me gustaron mucho y por casualidades de la vida, llegamos sobre las 12 en punto. No estoy segura de que lo hagan a todas horas, es posible que sí, pero un hombre vestido de época salió con su trompeta a recordarnos la hora que era. Pocos segundos antes de que las campanas de todas las iglesias que nos rodeaban empezaran a resonar por la ciudad. Una pasada, son cosas simples que te ponen los pelos de punta.

Bajamos y en un descuido se nos olvidó acercarnos a la iglesia. Pero como ya habíamos andado bastante lo dejamos para otro momento. (uy, esa iglesia… ). Entonces fuimos a una nueva, a la que mi madre tenía muchas ganas de ir ya que se encuentra el niño Jesús de Praga: la iglesia de la Virgen María Victoriosa. Es de barroco temprano y el niño es una estatuilla de cera llevada por Polyxena de Lobkowicz. El pequeño tiene una gran colección de vestiditos, algunos expuestos –que por cierto son una pasada. Uno, el de Manila, me encantó-. El día que estuvimos iba vestidito de azul.

Luego seguimos andando ya que queríamos coger el funicular que nos llevaría hasta el mirador de Petrín. Paramos un par de veces, entreteniéndonos para comprar los billetes de transporte y eso. Los tickets se venden o en el mismo metro o funicular o en estancos-quioscos. Los sellos también los puedes encontrar ahí. Tuvimos suerte porque de camino al funicular nos topamos con un quiosco y pudimos comprar allí sin tener que hacer la cola para comprarlos en el funicular. También compramos un poco de comida y bebida en un establecimiento próximo para poder tomar algo en los jardines de arriba. El funicular… pues si conocéis el de Barcelona, que sube a Montjuic… es igual. Éste fue creado en ocasión de la Exposición conmemorativa del año 1891 – fue cortado su uso durante un tiempo-. Hace un par de paradas monte arriba con vistas guapísimas y finalmente llega arriba del todo. Lo que me llamó la atención fue los jardines de rosas tan bonitos que había allí. Y tan bien cuidados… ah, cuidado, porque en cuanto bajas de la parada te topas con unos pony’s en los que montar a los niños.

Andando, andando… (si, recurso utilizado, ¿qué pasa? ò.o) llegamos a la torre mirador. Por la foto se puede ver como una especie de Torre Eiffel de París. Pues bien, es precisamente una copia reducida de ésta, hecha también de hierro con 60 metros de altura y construída en 1891. Sí, también subimos. Primero pensé que sería una barbaridad, porque las escaleras parecían estrechas como para que la gente se cruzara subiendo/bajando… pero no, eso ya lo tienen pensado, y tienen una de subida y otra de bajada. Bueno, yo me entiendo, no sé explicarlo. Si vais ya lo veréis, pero que sepáis que es un alivio ver eso. Tener que ir cruzándote con gente cuando subes/bajas a sitios así es horrible. Desde la torre se puede ver el estadio de fútbol del Esparta (ESTO ES ESPARTAAA! *buah, sorry*) y las considerables dimensiones del Castillo de Praga –que también lo dejo para más tarde, que tuve sesión intensiva-.

Una vez bajamos compré unas postalitas y nos sentamos en un área de picnic a comer y eso. Se estaba súper bien a pesar de que ese día hacía algo de fresco. Pero el parque muy bonito, merece la pena.

Cerca había una cosa que me hizo recordar aún más Montjuic: el laberinto. El edificio del laberinto era un Pabellón de exposiciones para la Expo Conmemorativa, donde se informaba sobre los monumentos de Bohemia y Moravia. Dentro hay un diorama (foto) llamado “La lucha de los ciudadanos praguenses con los suecos en el Puente de Carlos” (recordad lo que comenté el segundo día sobre la torre y la placa) en este caso de la Guerra de los treinta años en 1648. Antes el edificio se encontraba en otro sitio, fue trasladado al mirador. Entonces fue cuando se instaló en su interior el laberinto de espejos. Sinceramente, yo disfutré por la historia, pero el sitio es más una atracción para niños.

Entonces ya volvimos siguiendo una muralla, datada en el siglo XIV durante el reinado de Carlos IV, llamada del Hambre. Ese nombre es debido a que se construyó simplemente con idea de ayudar a los más pobres (digamos que era una manera de dar 'donativo' pero sin darlo, ya que se suponía que estaban trabajando en algo) Pasamos de nuevo por el jardín de rosas y tomamos el funicular. Paramos para estar por el mirador y pasear un rato y finalmente llegamos abajo del todo.

El tema tranvías es difícil. Nosotros, por ejemplo, teníamos un mapa que prometía indicar las líneas de tranvía. Una vez lo mirabas con dificultad –debido al tamaño enorme del mapa- te dabas cuenta de que estabas frente a una parada que tenía más números de tranvía que los que te marcaba en el papel. Por lo tanto hay líneas que quizá te son útiles pero te cuesta saberlo. Los nombres de las plazas y las calles… si, es más fácil que ir a Japón porque la lectura es sencilla, pero recordar un nombre tan difícil y ubicarte ya te complica la existencia. En el interior de los vagones viene una sola vez marcado qué dirección has tomado y es complicado saber por la parada que vas y eso, por lo que mejor vas controlando la calle y el sitio al que quieres ir. (vamos, como en los autobuses aquí, que a la que te despistas no sabes por dónde vas…)

Dejando de lado las complicaciones en el transporte, conseguimos llegar al destino: Karlovo Námêstí. Aquí lo primero que vimos fue un supermercado y nos dimos cuenta de que la gente del barrio no se veía tan bien como en los sitios que habíamos estado antes. Yo no puedo ir a un sitio y quedarme sin entrar a un supermercado, ni que sea para curiosear y ver qué cosas comen, cómo los organizan –markéting del país-, etc. Me llamó la atención ver a un hombre que llegó con un par de bolsas de plástico, llenísimas de botellas vacías de cristal. Lo seguí con la mirada hasta un rincón de la tienda, donde había una máquina que a cambio del reciclado de las botellas te soltaba unas monedas. Lo hacía con varios tipos de envasado, incluso con cajas y eso. Quizá eso fomenta y ayuda a la gente pobre de allí a ganar honradamente algo de dinero.

Hablando de gente pobre. Da mucho mal rollo toparte con gente joven tirada en el suelo. Ya no es como aquí, que se sientan con un cartelito y a esperar…no. En Praga pasaba algo así como en Roma y Venecia juntos. Chavales con perros y gente tirada en los rincones más sucios que encontraban. Eso sí, no te acosaban para pedirte el dinero.

Volviendo al supermercado. Muchos tipos de cerveza si… y también muchos tipos de pan. Es una barbaridad, así que acabamos comprando muchísimo. Al menos pudimos comprobar que comen más parecido a nosotros, no como en Londres que omg lo mal que lo pasé en el Marks&Spencer =W=.

La plaza de Carlos –Karlovo Námêstí- es la más grande de toda Europa. Allí se encuentra el nuevo ayuntamiento. Tras acercarnos a verlo decidimos ir en busca de la Casa Danzante, que queda cerca de la plaza y al lado del río.

El edificio se llama así porque sus torres simbolizan dos famosos bailarines americanos –Ginger Rogers y Fred Astair. El bailarín es la torre de piedra –en la parte superior hay unos tubos metálicos cubiertos por una malla antioxidante embozada en un pelo imaginario- y su pareja la torre de cristal. Intentamos ver si se podía visitar el interior, pero como bien dice la puerta solo está admitida la entrada a personal que trabaje en la compañía de seguros.

Los semáforos son un caos a la hora de cruzarlo, se pone en rojo de nuevo enseguida. Es algo así como lo que pasaba en París, sólo que en la ciudad francesa para mí que se entrenan TODOS para el Tour. En Praga tienes que ir deprisa, simplemente, y no distraerte. Eso sí, los tranvías frenan en los pasos de peatones como haría cualquier coche.

En busca de una nueva parada de tranvía que nos llevara a un nuevo destino acabamos entrando a un bar italiano –nada raro allí, que están “invadidos”. Ya había gente que ya estaba cenando- a tomar algo. A mí no me gusta la cerveza [pivo], así que mi madre pidió una (pq a ella sí xD). Se pide en jarras de todos los tamaños, es exagerado xD. Yo la probé porque pensé que estando donde estaba no era normal no hacerlo. (es como ir a la Oktoberfest y no tomar ni una sola cerveza). Sinceramente, no era para nada fuerte, fijaos que incluso me gustó, y eso ya es difícil. El sitio era una cucada, me encantaron los bares de allí.

Finalmente tomamos el tranvía de nuevo, el cual nos llevó hasta Václavské Námêstí –conocida como Plaza de Wenceslao ya que hay una estatua del susodicho en ella. Allí está el Museo Nacional, pero al final no entramos. Entrar en esa plaza es conocer la Praga moderna, ya más vista como una ciudad cualquiera. Abundan los hoteles y las tiendas de ropa, joyas, complementos. Vamos, de las cosas que a mí me aburren xD, por lo que no nos paramos mucho viendo ropa. Allí es donde principalmente al oírte hablar español te toman por italiano. Al menos no se asustaban creyendo que no te entenderían cuando les decías que no lo eras… Había unos granizados y unos helados buenísimos, dignos de tomar *W*

Nos hicimos las fotos que tocaban, estuvimos un rato por allí y en metro volvimos a nuestra zona. Ya se había hecho de noche cuando salimos, visitamos una nueva iglesia al lado de puente, lo cruzamos y llegamos al hotel. Yo hice ¡pum! Y caí sobre la cama redonda, sin cenar ni nada. Eso sí, un rato después empezamos a oír algo así como fuegos artificiales. No me preguntéis qué era, ni por qué los tiraron… es algo que todavía no sé. Salimos y nos pusimos a la orilla del río, pero o fueron pocos o llegamos tarde para verlos. Y decidimos quedarnos un rato viendo el río. Waaa, nunca me cansaría, el sueño se me fue de golpe. Como hacía algo de fresco decidimos volver y cenar.

Por cierto, cultura en castellano es con “K”, así que ya podéis ir corrigiéndoos. “Eventos y Kultura en Praga” vamos, lo que os dije… *rueda ojos*

1 comentario:

  1. Ojala yo pudiese viajar ni la mitad que tu xDDD no tengo ni familia unida, ni dinero hahaha.

    Es genial que lo pasaras tan bien *envida sana pero envidia xD* A ver si algun día nos proponemos hacer un viaje "TO'CHULO" Todos juntos, sería AWESOMEEE!!!

    VOLASTE POR ENCIMA DINAMARCAAAAAAAAAAA ~~~♥♥♥♥

    Un besazoooo guapetona =3 te queruuuu ♥

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